Disfrutar de un buen habano (cigarro puro) requiere de un ambiente tranquilo y agradable para disfrutar de su aroma de forma adecuada. Elegir un puro excelente, la forma de cortarlo, de encenderlo, de fumarlo, de saborearlo, etcétera. son claves para poder disfrutar del habano. Fumar un buen puro debe ser un placer para los sentidos.
Partes principales de un habano
Pero para saber un poco más del habano, vamos a ver las partes principales que lo componen:
1. La tripa, que es el contenido o «relleno» del puro propiamente dicho.
2. El capote (o capillo), que es la envoltura de la tripa.
3. La capa, que es la hoja más exterior del puro; la fachada y presentación del habano.
La elección del puro
Dicen los entendidos en el arte de fumar puros, que a la hora de elegir un buen habano debemos dejarnos llevar por los sentidos: la vista, un puro bien terminado y elegante, así como de un color adecuado (claro o más oscuro, según el gusto de cada cual); el tacto, prieto y bien elaborado, firme pero no duro (se palpa entre los dedos índice y pulgar, presionando ligeramente); el olfato, elegir un puro de un estupendo olor a tabaco fresco; el gusto, un puro de sabor más suave o fuerte en función de nuestras preferencias.
El color del puro debe ser uniforme en toda la superficie y con un cierto brillo. Si aparece algún tipo de mancha debe ser blanca o verde, que son las manchas que pueden aparecer en el proceso natural de su crecimiento o curación, y que no afectan a la calidad del puro.
Si hablamos del tamaño del puro, debemos elegir el mismo en función del tiempo de que dispongamos para poder disfrutarlo. No es lo mismo un puro de media mañana o tarde, que el que se fuma con posterioridad a un buen almuerzo o cena. Hay que darle tiempo al puro para poder disfrutarlo sin prisas.
Las mejores marcas de habanos
Cuando no somos fumadores habituales de puros, la elección nos puede resultar un poco más costosa, por lo que podemos seleccionar una de las marcas más conocidas del mercado y que cuentan con un reconocido prestigio.
sabor de un puro solamente lo podemos apreciar cuando se fuma, por lo que si no queremos arriesgarnos y probar con alguna marca no conocida, podemos irnos a lo seguro, así como dejarnos aconsejar por los profesionales del sector.
Hay en el mercado una infinidad de marcas de confianza, Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, Rafael González, Bolívar, etcétera, cada uno de ellos con sus peculiares características.
Cómo cortar el habano
Una vez que hemos elegido un buen habano, debemos proceder con la «ceremonia» del corte y encendido del mismo.
Para cortar el habano, lo mejor es utilizar el cortapuros (una pequeña guillotina) que corta la parte trasera del habano de una forma limpia y precisa. También hay unas tijeritas especiales para estos menesteres. Por supuesto, que se puede hacer con cualquier otro instrumento de corte, aunque no sea tan adecuado. Lo que debemos tratar de no hacer nunca, es cortarlo con nuestros dientes, con el consiguiente desgarro que sufriría el habano.
No es correcto introducir un palillo, una cerilla o cualquier otro fino elemento para perforar el habano. Eso hace que se presione el tabaco de la parte trasera, y puede hacer que el puro no «tire» en condiciones.
Si es partidario de retirar la vitola del puro, hágalo con cuidado de no dañar la capa del puro. La vitola es una cuestión estética que no afecta a ninguna de las características esenciales del habano (olor, sabor, etcétera).
El elemento del corte del puro, debe estar bien afilado para evitar desgarros en el habano e incluso puede llegar a «desarmar» el puro. El corte debe hacerse de forma precisa, dejando al descubierto un trocito de la tripa, pero con cuidado de que no sea una abertura excesivamente grande. Según los expertos, el corte debe hacerse justo encima de la línea donde el gorro se une a la capa. El objetivo es crear una apertura lo suficientemente amplia para asegurar un tiro adecuado y al tiempo evitar que la capa se desprenda.
Hacer un buen corte no es una mera cuestión estética, sino que es fundamental a la hora de fumar un habano, pues será determinante para la correcta combustión del habano, lo que redundará en apreciar de forma adecuada todo el sabor del puro.
El encendido del puro
Encender un puro requiere de paciencia y debemos utilizar un fósforo (cerilla) de vara larga y, preferiblemente, de madera, un mechero de gas e incluso hay personas muy sibaritas que utilizan la corteza de cedro, como fósforo. Eso si, nunca se deben utilizar llamas no inodoras, como un mechero de gasolina, por ejemplo. Eso nos estropearía el sabor y el aroma del habano.
Una vez que tenemos la llama, se debe, con paciencia, mantener el puro cerca de la llama, e irlo girando de forma progresiva para un encendido uniforme de toda la superficie del puro. El puro se debe mantener en posición de 90º (grados) con respecto a la llama, e ir aspirando poco a poco para que la llama llegue al puro y quede perfectamente encendido. A mayor grosor del puro, mayor tiempo de encendido se requiere.
Si queremos comprobar que el puro está perfectamente encendido, solamente tenemos que soplar ligeramente la parte encendida del habano y comprobar que se pone incandescente toda la superficie.
Si se apaga el habano, tendremos que repetir la operación de encendido del mismo, descrita con anterioridad, para devolverle un encendido uniforme y seguir disfrutando de su sabor y aroma. Lo que si debemos tener en cuenta, es sacudir bien la ceniza que pudiera tener, antes de proceder de nuevo a su encendido.
Fumando y disfrutando de un buen habano
Después de una buena elección, un corte perfecto y un buen encendido, ya solo nos queda disfrutar de su sabor y aroma.
El puro, no es un cigarrillo, por lo que aspiramos el humo, pero no lo tragamos, sino que lo dejamos en la boca para «paladearlo» apreciando todos los matices que nos de sus características especiales (cada habano es un mundo en función de los tabacos empleados para su elaboración).
Si acompaña al puro con una buena copa de coñac, no es muy correcto mojar el puro en el coñac (costumbre que tienen algunas personas). Esto varía, indudablemente, el sabor del habano, y es casi un pecado para los fumadores profesionales de puros.
Con respecto a la ceniza, al no ser un cigarrillo, como dijimos al principio, no debe estar constantemente dando golpecitos al puro para tirar la ceniza sobrante. Es mejor dejarla que se vaya formando lentamente, e incluso tratar de que caiga ella misma por su propio peso (aunque se puede ayudar con algún pequeño golpecito). Si el puro es de una gran calidad, dejará una ceniza bastante firme y por lo tanto, larga.
El sabor del puro se va haciendo más intenso (y algo más amargo) a medida que se va consumiendo. Dependiendo del tamaño del puro, se suele fumar únicamente tres cuartas partes del mismo, ya que al final los sabores se vuelven demasiado fuertes, y pueden estropearnos el paladar de las mejores caladas anteriores del habano. El habano no se apaga «estrujándolo» contra el cenicero como un cigarrillo cualquiera. No, se debe dejar apagar de forma natural. Lo que los entendidos comentan con cierta jocosidad: «hay que dejarlo morir dignamente».
Nada más encender el puro y dar sus primeras caladas, los aromas que desprende una hoja bien curada siempre constituye un anticipo de los sabores que posteriormente se disfrutarán.
Para «gozar» de un buen habano hay que tomarse su tiempo. El sabor de los puros se va intensificando por fases y es una pena dejar un puro a la mitad, lo que no daría lugar a disfrutar plenamente de sus características.
Conservación de los puros
Sin lugar a dudas la mejor forma de conservar un puro es utilizar los humidores, recipientes especiales para que los puros tengan su temperatura ideal y su grado de humedad ideal. Otra forma relativamente barata, son los tubos, que cierran el puro en una faja de madera y lo conservan dentro de unas condiciones bastante óptimas de conservación.
Si no contamos con un humidificador, lo mejor es comprar solamente los puros que vayamos a consumir en un corto período de tiempo y no comprar más puros para almacenarlos.
Las condiciones ideales para un habano es una temperatura de 20-21º (grados) y una humedad de un 70%, aproximadamente.
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