El alcohol es una de las drogas legales más comunes y aceptadas en nuestra sociedad. No cabe duda que al lugar que vayas, cualquiera que sea la ocasión, es probable que te encuentres con oferta de alcohol y mucha gente feliz de consumirlo.
Sin embargo, el alcohol ha sido tan naturalizado dentro de nuestra sociedad que casi nunca nos preguntamos nada en torno a su consumo. Por ejemplo, no sabemos exactamente por qué tenemos crudas o resacas después de beber mucho alcohol, ni conocemos los detalles de qué pasa en el cuerpo cuando lo hacemos. Tampoco sabemos del todo bien cómo comenzó a integrarse en nuestra sociedad, cuál es su historia ni cuál es la mejor manera de aprovecharlo.
Para resolver a una de todas estas interesantes preguntas sobre el alcohol, aquí nos vamos a centrar en la historia de las bebidas alcohólicas, incluyendo su origen y transformación con el paso del tiempo.
El descubrimiento del alcohol y su potencial para alterar los estados de conciencia de los humanos comenzó gracias al consumo de frutas que estaban demasiado maduras, incluso pasadas. En estos casos, cuando una fruta se ha pasado de maduración y se acerca a echarse a perder, esta resulta muy atractiva para las levaduras, las cuales comienzan a alimentarse del azúcar en ellas y a su paso liberan etanol, la sustancia principal en las bebidas alcohólicas que consumimos (y que permanece por bastante tiempo en nuestro cuerpo). A este proceso se le conoce como fermentación.
Sin embargo, no se conoce con exactitud cuándo comenzó a consumirse alcohol después del descubrimiento de su obtención de las frutas, pero uno de los primeros registros que existen y que para muchos es considerado el origen de estas bebidas proviene del año 7,000 antes de Cristo, en China. De acuerdo con algunos estudiosos de la cultura, se pueden encontrar en las vasijas de esa época algunos restos que indican que los pobladores preparaban en ellas bebidas alcohólicas basadas en arroz, fruta y miel. Algunos cientos años después, diversas culturas de todo el mundo ya acostumbraban fermentar sus bebidas para conseguir un efecto alcohólico.
Por ejemplo, en Mesopotamia y Egipto se acostumbraba preparar cerveza con granos de cereal. Esta bebida alcohólica estaba al alcance de todas las clases sociales e incluso se daba a los trabajadores luego de las jornadas laborales. También comenzaron a preparar vino a partir de uvas, pero como estas no se daban en todo el año, se trataba de una bebida más selecta que no todos podían tener.
Por su parte, en Roma y Grecia, donde las uvas se cosechan mucho más fácilmente, el vino era muy común y accesible a todos. Mientras que en América del Sur se preparaban bebidas alcohólicas como la chicha con granos, como la destilación de maíz, pero con un curioso extra, y es que en estas culturas a veces se incluían hierbas alucinógenas en las bebidas para potenciar sus efectos.
Otros ejemplos de culturas que comenzaron a fermentar bebidas para lograr que fueran alcohólicas fueron en lo que ahora se conoce como México, con la creación del pulque a partir del agave; en el este de África con cerveza hecha de plátano y palma, y en lo que ahora llamamos Japón con la creación de sake a partir del arroz.
Claro que con el paso del tiempo el consumo de alcohol, que fue frecuente en las civilizaciones más antiguas y los métodos que tenían al alcance, comenzó a convertirse en dilema ético. Algunas personas defendían su uso para entrar a estados de la conciencia distintos o para aumentar la creatividad, mientras que otros pensaban que era peligroso y adictivo. Una discusión muy similar a la que aún tenemos hasta nuestros días.