
Tener que trabajar es algo que parece completamente inevitable en la construcción actual de nuestra sociedad y en los sistemas económicos que utilizamos. Y es que sabemos que la gran mayoría de los casos, el trabajo es la única posibilidad para obtener ingresos suficientes, y en muchos casos ni siquiera suficientes, para poder sacar adelante el día a día con todos los gastos de dinero que conlleva.
En realidad esto no es nuevo, y el trabajar para obtener recursos para vivir es algo que se lleva a cabo desde las sociedades campesinas hasta la industrialización y la modernidad, quizá con ligeros cambios en la concepción del trabajar, pero con la misma base: si deseas algo, debes trabajar para conseguirlo.
En ese sentido, sabemos que en la vida nos preparamos para trabajar por muchos años, quizá por el resto de nuestros días, y por lo tanto, sería ideal que nos resultara en una actividad placentera. Sin embargo, no parece ser que así sea. Y es que los índices de problemas de salud por trabajar están en aumento.
Curiosamente, a diferencia de la generación de nuestros padres y abuelos, el trabajo no está enfermando tanto a la gente por cuestiones de salud físicas. De hecho, en un estudio de la organización Health and Safety Executive, encargada de regular la salud y el ambiente de trabajo en Reino Unido, los reportes por trastornos neuroesqueléticos consecuencia del trabajo han disminuido año con año. En 2003 el dato estaba algo por debajo de 2,200 casos reportados, mientras que en 2021 giraba en torno a 1,400 casos. Esto puede deberse, en parte, a que los trabajos actuales demandan menos esfuerzo físico que los de generaciones anteriores (salvo trabajadores del campo o de las fuerzas de seguridad, por ejemplo).
Aunque esta es una buena noticia, hay otra rama de la salud de las personas que se ha visto afectada negativamente en los últlimos años como consecuencia del trabajo: la salud mental. Como dice la columnista Sarah O´Connor en un artículo publicado en Financial Times “Puede que [los trabajos] se hayan vuelto más llevaderos para el cuerpo, pero no parece que sea así para la mente”.


En la segunda parte del estudio de la organización Health and Safety Executive, se registró que para casos de estrés, depresión y ansiedad, la tendencia en problemas de salud va a la alza, contrario al movimiento de los problemas físicos. En 2003 la tasa no llegaba siquiera a los 1,600, pero para 2021 el mismo indicador sobrepasaba ya los 2,600. A esto habría que sumar la pandemia por Covid-19, que también generó un alza significativa en los problemas de salud mental.
Entonces, puede ser que tengamos menos riesgo físico en los trabajos, pero no sucede lo mismo en la salud mental. ¿Y a qué se debe esto? Por un lado, a las dificultades que representó para muchas personas el tener que trabajar desde casa con la pandemia. Esto pudo ser beneficioso para algunas personas que sintieron menos presión al dejar de ir a oficina, pero para otras pudo sumar complicaciones en tanto que debían combinar su vida laboral con sus labores en la maternidad y paternidad, por ejemplo, o que tuvieran entornos estresantes en el hogar sin oportunidad para descansar de ellos e incluso hay a quienes se les ha dificultado mucho más la capacidad de concentrarse y ser productivos al estar en casa todo el día.
Además de esto, las jornadas laborales de nuestra generación son cada vez más extensas y el hecho de estar hiperconectados mediante internet y los teléfonos inteligentes vuelve muy difícil el poder desconectarse de las responsabilidades al terminar el día, provocando una sensación de burnout y de agotamiento mental colectiva.
Además, parece ser que cada vez es más común que la gente joven presente malestares en su salud mental. Un estudio de FREMAP asegura que el problema se ha agravado en menores de 35 años, con un alza del 30.91%, muy por encima del 8.28% anotado entre los empleados con más de 49 años. Por eso es muy importante re formular las dinámicas laborales y procurar la salud mental de los trabajadores si no queremos que las siguientes generaciones estén agotadas antes de siquiera comenzar a laborar. Relájate y tomate una copa de vino , no se acaban los problemas pero ayuda a relajarse y tener un momento especial.
Así que tomate una copa de vino , no soluciona el problema pero ayuda a bajar el stress y tener un momento especial.