Las grasas siempre dan miedo, pero no debería ser así. La grasa no solo es útil para el organismo, sino que además hay determinados ácidos grasos que son imprescindibles para el crecimiento, la regeneración de los tejidos y un buen funcionamiento cerebral y cardiovascular.

Los ácidos grasos de las series omega 3 (presentes en la colza, las nueces, el pescado azul, etcétera) y omega 6 (las que se extraen del girasol, del maíz, etcétera) se deben consumir a diario. El papel antiinflamatorio de los omega 3 se ha demostrado.

En cuanto a los omega 6, favorecen el equilibrio hormonal de la mujer y atenúan considerablemente el síndrome premenstrual.

El mito con las grasas

Pero hay un mito de que la grasa de origen vegetal es buena y la grasa de origen animal es mala. 

Como hemos dicho anteriormente, las grasas son imprescindibles en una dieta saludable, ya que contribuyen, entre otras cosas, al buen funcionamiento del sistema nervioso.

Durante años se demonizó el consumo de grasas y esto dio pie a la aparición de muchos alimentos procesados “light” y “bajos en grasa” que, para compensar, contienen grandes cantidades de azúcar.

Lo que es importante es distinguir entre grasas saturadas e insaturadas. Las grasas saludables son las insaturadas o poliinsaturadas, mientras que las que debemos evitar en todos los casos son las grasas saturadas, que contribuyen al aumento del colesterol y a los problemas cardiovasculares.

Existe la creencia de que las grasas saturadas son las de origen animal mientras que las grasas de origen vegetal son insaturadas, pero esto no es así.

Por ejemplo, el pescado azul contiene una gran cantidad de grasa. Sin embargo, son grasas insaturadas muy ricas en omega 3 que, según muchísimos estudios, contribuyen de manera muy beneficiosa a reducir los niveles de colesterol.

En cambio, el aceite de coco es un ejemplo claro de grasa saturada de origen vegetal cuyo consumo se debe controlar en la medida de lo posible.

La mantequilla y la margarina

Otro ejemplo de esto es la creencia de que la margarina, por ser de origen vegetal, es más saludable que la mantequilla, lo cual no es cierto. La mantequilla es un producto mucho menos procesado que la margarina, que se obtiene a partir de grasas vegetales que, en su estado natural, son líquidas e insaturadas.

En ese sentido, para convertir esas grasas en un sólido untable, hay que someterlas a un proceso muy complicado que las convierte en grasas “trans”, un tipo de grasas saturadas que son muy perjudiciales para el organismo.

Además, en el proceso se acostumbra a añadir colorantes, conservantes y otras sustancias, aparte de agua, que no aportan nada desde un punto de vista nutricional. Por eso, a pesar de su origen, y siempre que el consumo sea moderado, la mantequilla es mucho más saludable que la margarina, ya que contiene más nutrientes y menos productos añadidos. 

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